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  La Revolución Social de 2025
  EL CORAJE DE ESTAR SOLO - U.G. KRISHNAMURTI
  EGOLOGÍA DEL YO
  EL CEREBRO HUMANO
  The social revolution of 2025
  El Hombre Universal
EL CEREBRO HUMANO
EL CEREBRO HUMANO
 
La confusión ha surgido en la sociedad humana desde
cuando el hombre ha dejado atrofiar en sí mismo la inteligente
voz de sus instintos naturales, que al principio de
su formación biológica funcionaba en su mente como
inteligencia humana.
 
La confusión ha surgido en el mundo desde el momento
en que el yo como centro mental quiso reemplazar la inteligencia
humana, la que prácticamente había desaparecido,
cuando el hombre se apartó de los lineamientos naturales
para entrar a formar parte de la sociedad civilizada.
 
La inteligencia es una creación cósmica, que proviene
de la inteligencia universal y que nada tiene que ver con
Dios o con la religión, porque obedece a rigurosas fórmulas
y ecuaciones matemáticas, tal como lo han comprobado
Maxwell, Planck, Bohr, Einstein y otros más.
La inteligencia universal obedece a fórmulas y ecuaciones
matemáticas, pero eso no significa que sea geométrica,
es decir, eso no significa que la inteligencia universal
tenga radio, diámetro, centro, periferia, circunferencia,
superficie o volumen.
 
Y si comprendemos esto, nos daremos cuenta de que
tampoco la inteligencia humana es geométrica ni puede tener radio, centro, periferia, circunferencia, superficie y
volumen, porque en las creaciones universales y por consiguiente,
también en las creaciones biológicas, no hay
ningún centro o mejor dicho, el centro ahí está en todas
partes, que es como decir que no está en ninguna parte.
La confusión ha surgido entre nosotros desde el
momento en que el hombre, para comprender las diarias
vicisitudes biológicas y psicológicas que lo agobian y
azotan, ha empleado la falsa función del yo psicológico,
que tiene la pretensión de reemplazar la inteligencia sin
darse cuenta que la inteligencia, que es implícita, imponderable,
inmanente e inmensurable, no puede ser sustituída
por el egoísmo psicológico y por la separatividad psicológica
de la personalidad.
 
Y la confusión va en continuo aumento, porque el yo
psicológico utiliza el egoísmo y la separatividad, el tiempo
psicológico, el devenir psicológico y el sistema ideativo
del pensar condicionado, que imita, copia, adapta,
compara, comprueba, controla, reproduce o repite aun en
lo introspectivo, sin darse cuenta de que todo este mecanismo
mental distorsiona y falsea la verdad en el cotidiano
movimiento biológico de la vida, porque no se puede
convertir en realidad una ilusión introspectiva.
La ilusión extrospectiva puede ser convertida en realidad
con el tiempo y sus posibilidades, porque es objetiva.
 
Pero la ilusión introspectiva, por estar fuera del tiempo y
por ser subjetiva, no puede ser transformada en realidad y
sólo puede existir como ilusión en nuestra imaginación.
Acotamos aquí que toda ilusión, todo ideal y toda utopía
en lo introspectivo no sólo son ilusiones, sino también
obstáculos que impiden la recta comprensión de la vida y
postergan indefinidamente su comprensión.
 
Para comprender la realidad introspectiva del momento
presente, el yo psicológico debe cesar de existir y en su
lugar debe surgir de nuevo la inteligencia humana, que
proviene de la mente clara y libre.
La paralización del yo normal sería signo de enfermedad
psiquiátrica, pero la cesación del yo psicológico no
sólo no es signo de locura, sino que es la única forma de
hacer surgir la inteligencia, que repetimos todos tenemos
en estado latente, cuando hemos nacido en forma normal.
La inteligencia humana libremente ejercida faculta al
individuo para comprender sus propios errores biológicos
y psicológicos, y por lo tanto, el individuo que tiene la
mente clara y libre puede comprender la vida sin engendrar
confusión.
 
Para comprender la diferencia que hay entre la inteligencia
y el yo psicológico, no debemos tratar de encarar
este problema psicológico con el mismo yo psicológico,
porque éste no puede percibir sus propios errores, ni sus
propias contradicciones.
 
Un error introspectivo sigue siendo un error biológico
o psicológico, vital o humano sólo hasta el momento, en
que uno lo comprende con la mente clara y libre. Pero una contradicción introspectiva no sólo es un error
biológico o psicológico, sino que es la repetición de dicho
error sin solución de continuidad, porque la mente condicionada
y confundida, en lo introspectivo encara la contradicción
biológica o psicológica con el centro mental
que llamamos yo psicológico y no con la mente descondicionada
que es clara y libre y que aquí llamamos inteligencia.
Hemos dicho anteriormente que el yo no es todo el
cerebro, sino que constituye sólo una parte del mismo,
porque el cerebro es en realidad el conjunto de todas las
facultades mentales, que forman la mente o el intelecto
integral.
 
Un órgano tan complejo como lo es el cerebro humano,
como ya se dijo puede funcionar parcial o unilateralmente,
y puede funcionar asimismo en forma conjunta y completa
al unísono con todos los órganos y con todas las funciones
del organismo humano, en un todo de acuerdo con
las leyes de acciones recíprocas y simultáneas de bipolaridad.
Yconviene aclarar para evitar toda confusión que exactamente lo mismo sucede con la mente o con el intelecto, porque ambos términos en realidad son sinónimos de la palabra cerebro.
 
Nosotros entendemos que el ser humano, al principio
de su formación biológica, tenía un cerebro que funcionaba
en la misma forma que los cerebros de los demás animales
organizados, es decir que tenía un cerebro que funcionaba
en forma no parcial o unilateral sino integral,
porque el cerebro de los animales organizados funciona
aún hoy en forma integral.
 
Pero con el andar del tiempo y debido a circunstancias
que caracterizan a la civilización humana, que se hace
siempre más compleja y complicada, su cerebro o sea su
mente o intelecto empezó a funcionar en forma parcial o
unilateral, por el impulso de un criterio egoísta y por la
tendencia hacia la separatividad, porque dicho criterio y
dicha tendencia le facilitaban o agilizaban al ser humano
la solución de problemas exteriores en su mundo extrospectivo.
El egoísmo y la separatividad, a través del tiempo, y en
virtud de sus respectivos éxitos parciales o unilaterales
dentro de su mundo exterior, se han impuesto en toda la
sociedad humana, de modo que se puede comprobar fehacientemente
que hoy el cerebro, la mente o el intelecto
funciona fraccionariamente por partes, es decir, en forma
parcial o unilateral, no sólo en lo extrospectivo sino incluso
en lo introspectivo, vale decir, en el mundo interior del
hombre, en el mundo que configura su propia vida.
 
La razón justificativa que el ser humano aduce para
corroborar y generalizar este funcionamiento parcial o
unilateral de su cerebro, es el éxito que ha obtenido en el
ámbito extrospectivo cada una de sus facultades cerebrales,
mentales o intelectuales, utilizadas en sus especulaciones
ideativas como raciocinio, razonamiento, análisis,
lógica, discernimiento, juicio, memoria, concentración,
atención, meditación o reflexión.
 
Pero el ser humano no se da cuenta que todo este sistema
de ideación positivista dirigido y controlado por una
sola parte del cerebro y aplicado en forma parcial o unilateral
a la solución de sus problemas indiscriminadamente,
tanto a los problemas objetivos como a los problemas
subjetivos, no se da cuenta, repetimos, que está encerrado
en los límites del tiempo y está atrapado en las redes del
confucionismo, porque es un sistema de ideación egoísta
y separativo, de investigación sistemática o metódica,
ideación que en lo introspectivo está siempre fuera de la
realidad atemporal.
 
La forma de pensar que proviene de tal sistema o método
ideativo fragmentado obedece siempre a un centro
mental, llamado por nosotros con el nombre de yo, y este
yo como centro mental nos sirve sólo para solucionar problemas
extrospectivos y no para comprender problemas
introspectivos.
 
El intelecto o el cerebro en lo introspectivo funciona en
forma parcial o unilateral sólo porque el hombre civilizado
se ha alejado de la naturaleza y, por lo tanto, en la
humanidad la inteligencia humana brilla por su ausencia,
mientras las influencias y consecuencias, las acciones y
reacciones recíprocas y simultáneas continuamente
aumentan en forma de abanico y también aumentan la
confusión en el individuo y en el mundo.
Dicho con otras palabras, el cerebro humano viene a
ser un órgano racional, que en virtud de sus continuas
reflexiones está en constante evolución.
 
Si lo comparamos con el cerebro de otros animales irracionales
y también con el cerebro de los monos antropoides,
como ser, el gorila, el orangután o el chimpancé, no
podemos dejar de reconocer que es un órgano pensante
más complejo y más completo.
 
El cerebro humano responde a los estímulos y a las
demandas de las necesidades exteriores e interiores, las
que producen acciones y reacciones en forma recíproca y
simultánea.
 
Y las acciones recíprocas y simultáneas desde un principio
actúan interdependientemente, es decir, en forma
interrelacionada con una tendencia natural de mutua colaboración
y compensación, para realizar una función mental
integrada.
 
Pero cuando estas relaciones de interdependencia,
debido a las actividades artificiales y desnaturalizadas de
la civilización, se complican porque las acciones y reacciones
del cerebro humano con el tiempo se transforman
en hábito o costumbre, en norma o rutina, es decir, a
medida que las influencias y consecuencias no exteriores
sino interiores se agravan y se hacen intolerables, la función
natural del cerebro humano se desorienta y queda
atrapada en las redes de un círculo vicioso, que es muy
dificil de superar.
 
Entonces la mente humana condicionada, guiada por el
yo psicológico de la personalidad, termina por separarse
del cerebro y llega a formar un cerebro dentro del cerebro,
o como podría decirse en sociología, un Estado dentro
del Estado.
 
De este modo la mente condicionada y condicionante
se independiza del cerebro e imbuída de un extraño sentido
de autosuficiencia aristotélica, casi diríamos de
inmanente superioridad, acaba por sentirse capacitada
para imponerse a sí misma su propia voluntad, como
expresión de un falso libre albedrío.
 
Cabe señalar que esta voluntad de la mente es también
condicionada, tal como es condicionada la misma mente
que la ha creado, y es entonces que se produce el autoengaño
mediante el cual el cerebro, la mente o el intelecto
parcializado se convence a sí mismo que él es la única
facultad mental capaz de resolver cualquier problema, ya
se trate de problemas externos o internos, objetivos o subjetivos,
extrospectivos o introspectivos.
 
Todo esto lo hace la mente condicionada sin el menor
asomo de inteligencia y sin comprender que de este modo
no puede evitar de estar atrapada en las redes de una confusión
interior.
 
Así la mente autoengañada se separa y se diferencia de
la función integrativa del cerebro, y se convierte en una
entidad independiente y diferenciada, no sólo en el orden
objetivo de nuestro mundo exterior, sino incluso en la
esfera subjetiva de nuestro mundo interior.
 
De este modo la mente condicionada no hace ninguna
distinción entre experiencia y vivencia, ni entre vivencia
y experiencia, acumulando experiencias y vivencias tanto
en el depósito de la memoria objetiva como subjetiva
para poder repetirlas en beneficio propio o de la humanidad,
sin darse cuenta que los recuerdos de las experiencias
son útiles en el orden objetivo, en tanto que los
recuerdos de las vivencias son perjudiciales en la esfera
subjetiva del pensamiento, porque impiden comprender
la vida y postergan su comprensión.
 
No cabe ninguna duda de que las experiencias y las
vivencias son entre sí distintas, porque las experiencias
son temporales, egoístas y separativas, y sobre todo porque
pueden ser repetidas una y otra vez en forma igual o
idéntica todas las veces que uno quiera, mientras que las
vivencias son atemporales, inegoístas e integrales, y no
son jamás del todo iguales o identicas entre sí.
 
Y el impacto que esta mezcla de experiencias y vivencias
ejerce sobre la mente condicionada, no sólo se traduce
en un estado de confusión interior, sino también en la
causa directa e indirecta de una demagogia que engendra
miseria, sufrimiento, antagonismo, odio y destrucción.
Cuando la confusión interior ha sido proyectada hacia
el mundo interior y exterior, es comparable a la progresiva
proyección de ondas acuáticas, que se propagan en
todas las direcciones, después de que hayamos tirado una
piedra en un lago tranquilo.
 
O si se quiere también, se la puede comparar con la
propagación de ondas sonoras por el eter, cuando se irradia
una voz o un sonido por radio.
 
Así la confusión interior ya no se detiene más, sigue su
propia trayectoria y crea falsas actividades aparentemente
morales, cultas y civilizadas, pero que en el fondo son
superficiales y mediocres, e ineludiblemente tienden a ser
deteriorantes, contradictorias y contraproducentes.
 
Y dentro de un clima de mediocridad y superficialidad,
la mente condicionada, envalentonada por sus aparentes
manifestaciones de capacidad objetiva, poco a poco logra
imponerse en toda la humanidad civilizada, culminando
en el seno de la familia, grupo, colectividad o nación, en
toda clase de actividades literarias, poéticas, retóricas,
dialécticas, artísticas, filosóficas, religiosas, espirituales,
políticas, sociales y aun científicas.
 
La mente condicionada para coronar sus éxitos parciales
introspectivos, que son múltiples y diversificados,
cuenta a su favor con el beneplácito de la cultura, erudición,
información, periodismo, educación, instrucción,
religión, moral, ideología, instituciones de caridad y
deportivas, e incluso de todos los gobiernos y Estados
apoyados por los intereses creados.
 
De este modo la mente condicionada viene a ser el
mejor instrumento, que controlan y explotan los intereses
creados como medio ideal que les sirve a la plutocracia y
a la oligarquía para preservar, conservar y aumentar sus
privilegios.
 
La mente condicionada que está hoy en pleno auge en
todas las actividades ya mencionadas, agresivamente se
empecina en querer separar entre sí influencias y consecuencias
recíprocas y simultáneas, acciones y reacciones
también recíprocas y simultáneas, no sólo en el ámbito
objetivo, sino incluso en el área subjetiva, es decir, en lo
biológico y psicológico, sin darse cuenta de que es imposible
separar influencias y consecuencias entre sí, ni
acciones y reacciones entre sí, en la esfera introspectiva
del pensamiento.
 
Y es así como con el pasar del tiempo el hombre civilizado
y alejado de la naturaleza aumenta progresivamente
en forma de abanico la confusión interior en sí mismo
y en el mundo en que vive, confusión interior que se
generaliza y amenaza con derrumbar toda la civilización
artificial y desnaturalizada.
 
La confusión interior puede arrastrar en su total
derrumbe a toda la humanidad, con todo su adelanto intelectualista
y científico, con todo su inmenso progreso tecnológico,
si los individuos inteligentes no lo impiden a
tiempo.
 
Por lo tanto, debemos comprender que la mente condicionada
no sólo es el resultado del cerebro, sino también
de las influencias y consecuencias del tiempo, cuyo progreso,
en lo externo y en lo interno, en lo consciente y en
lo inconsciente, en lo superficial y en lo profundo,
mediante continuos ajustes y reajustes que configuran
acciones y reacciones, determina una relativa y aparente
independencia entre el cerebro, la mente o el intelecto.
 
Y esta falsa independencia cerebral, mental o intelectual,
se debe únicamente al centro mental introspectivo,
llamado yo psicológico, que es un centro mental autocreado
por el yo normal y que no hace ninguna distinción
entre un problema exterior e interior, entre un fenómeno
extrospectivo y un nóumeno introspectivo, entre una
experiencia temporal y una vivencia atemporal, entre
nuestro quehacer exterior y nuestro ser interior, entre
nuestro mundo externo y nuestro mundo interno.
 
Y el yo normal, cuando llega a convertirse en yo psicológico
y empieza a interferir en vano en la comprensión
de nuestros problemas biológicos o psicológicos, humanos
o vitales en la esfera subjetiva del pensamiento,
empieza de entrada a equivocarse, porque no hace ninguna
distinción entre los dos planos que forman en conjunto
el orden objetivo y la esfera subjetiva.
 
Y esto error se debe al hecho de que el yo psicológico
también es egoísta y separativo como lo es esencialmente
el yo normal, y por lo tanto, persigue siempre su propia
conveniencia, separando cualquier problema y separándose
también a sí mismo de cualquier problema, para
solucionarlo en la mejor forma y lo más rápido posible.
 
 
   
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