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EGOLOGÍA DEL YO
EGOLOGÍA DEL “YO” Nadie puede negar de que en la vida del hombre lo más importante es comprender la vida misma. Pero, desgraciadamente, para comprender la vida el hombre antes debe comprender el “yo” de la personalidad, porque en verdad es el “yo” que impide comprender la vida. Aquí trataremos de comprender el “yo” de la personalidad con un enfoque determinado, que para nosotros es el único enfoque inteligente de verdad, porque no es un enfoque parcial o unilateral sino un enfoque total, integral o si se quiere, unitotal. Este enfoque unitotal es precisamente el adecuado enfrentamiento, que requiere todo problema biológico o psicológico, porque mediante el mismo uno puede evitar que en nuestra comprensión introspectiva surjan subterfugios o autoengaños. Y empleamos este enfrentamiento introspectivo, porque para nosotros sin lugar a dudas, el “yo” en últimainstancia es simplemente un problema biológico o psicológico,que para ser comprendido debe ser abordado integralmente sin ningún centro mental, ya que todo centro mental es sinónimo de egoísmo psicológico. Y es precisamente el egoísmo psicológico la traba que impide comprender rectamente todo problema biológico o psicológico. Dicho con otras palabras, este enfoque integral es el único enfrentamiento que permite percibir rectamente un problema atemporal, es decir, un problema que está fuera del tiempo, tal como lo es por antonomasia el“yo”de la personalidad. El “yo” de la personalidad no configura un problema objetivo sino subjetivo y, todo problema subjetivo para ser percibido rectamente, debe se enfrentado no con un centro mental, que siempre es egoísta y separativo, que siempre es superficial, parcial o unilateral, sino que debe ser abordado y comprendido con todo nuestro ser,con todo nuestro cerebro, o si se quiere con todo nuestro intelecto o mentalidad, y no con el “yo” condicionado por una determinada modalidad intelectual, filosófica,religiosa o espiritual, política o ideológica, porque el “yo” de la personalidad está siempre sujeto a un sistema de ideación prefijada o premeditada consistente en ideas,opiniones, conclusiones o convicciones, ya sean éstas propias o ajenas. El enfrentamiento integral implica en sí una visión de conjunto en todo lo que directamente se refiere al movimiento biológico de la vida, vale decir, en todos los hechos que configuran problemas vitales, humanos, biológicos o psicológicos. Este enfoque integral no sólo no conoce egoísmo ni separatividad, sino que tampoco conoce ningún interés preconcebido, no conoce ningún cálculo, medida, reserva ni límite, no conoce ninguna dimensión, motivación,objetivación ni causación, no persigue ningún fin,propósito, resultado, logro, finalidad o meta. Vale decir en síntesis que este enfoque integral no tiene ninguna intención de aprovecharse de algo en forma sutil o grosera, abierta o solapada, consciente o inconsciente, porque la naturaleza no comparte con ninguna disquisición o elucubración autocreada por la mente del ser humano en la comprensión de la vida. Debemos comprender, por consiguiente, que la vida es una creación cósmica atemporal, creación que es en sí inegoísta, imponderable, inmanente, inconmensurable y anónima, tal como lo son todas las creaciones cósmicas atemporales. Nosotros no compartimos con los distintos crite- rios y puntos de vista de los psicólogos o parapsicólogos,por muy doctos, cultos, eruditos que sean, porque su mecanismo ideativo o sea su sistema intelectual consistente en ideas, opiniones, conclusiones o convicciones con respecto al yo de la personalidad, se basa en una ideación preestablecida o premetidada, que siempre es dirigida y controlada por un centro mental, y que por el solo hecho de constituir un centro no puede dejar de ser egoísta y separativo. Nosotros entendemos que el sistema de ideación preconcebida y el centro mental egoísta y separativo que llamamos con el nombre de “yo”, deberían ser aplicados únicamente en el orden objetivo de nuestro quehacer extrospectivo, y no en la esfera subjetiva del pensamiento en que actúa nuestro ser instrospectivo. Y si es cierto que la vida es una creación cósmica que siempre es atemporal, debemos darnos cuenta de que sólo nuestro quehacer exterior está en el tiempo, es temporal,en tanto que nuestro ser interior está fuera del tiempo, es atemporal. Por lo tanto, resulta obvio que toda ideación prefijada, predeterminada o prefabricada, que jamás puede dejar de ser egoísta, separativa y temporal en la esfera subjetiva del pensamiento humano que abarca todo lo que está íntimamente ligado a la vida misma, ineludible- mente es una ideación que está fuera de la realidad introspectiva y en consecuencia, está equivocada. Pero como lo que aquí se dice no nos parece del todo claro porque puede ser muy poco comprensivo, sobre todo para los lectores que tienen la mente condicionada y por lo tanto, tienen la mente limitada, confinada,comprometida o contaminada por prejuicios, preconceptos o presunciones, por especulaciones, superticiones o supercherías, no en lo objetivo sino en lo subjetivo,quisiéramos explicitarlo otra vez en lo posible más claro aún, para evitar todo malentendido con respecto a lo que les pueda parecer confuso o contradictorio a dichos lectores. Y para esto, formularemos a propósito una interrogación que obviamente se nos podría hacer en este caso: ¿Por qué se oponen ustedes a lo que está aceptado por el criterio clásico de la ciencia oficial? ¿Cuál es la razón que los impulsa a afirmar que la ciencia está equivocada? A esta pregunta contestamos que para nosotros la ciencia clásica y oficial no está equivocada en lo objetivo sino en lo subjetivo, y que la razón que nos impulsa a afirmar que la ciencia está equivocada, es que no queremos ser cómplices de ese error subjetivo de la ciencia. Nosotros sentimos el deber ineludible de no aumentar la confusión interior que hay en el mundo introspectivo, y también sentimos el deber de intervenir en este mundo introspectivo para que la confusión interior, en lugar de ser aumentada, sea disipada o a lo menos que sea disminuída. Nosotros comprendemos que la ciencia hasta ahora se basa tanto en lo objetivo como en lo subjetivo en un determinado criterio que proviene de un punto de vista positivista o negativista. Cuando la ciencia afirma o niega algún conocimiento utiliza sin distinción en todas sus investigaciones el positivismo o el negativismo, tanto en lo extrospectivo como en lo introspectivo, mediante un sistema de experiencias repetidas una y otra vez en forma igual e idéntica. Estas investigaciones sistemáticas, para nosotros, son convenientes sólo en el orden objetivo, pero jamás en la esfera subjetiva del pensamiento, porque en lo subjetivo no hay experiencias repetitivas sino vivencias, las cuales jamás se repiten en forma igual e idéntica, porque las vivencias son siempre cambiantes y mutantes, no son jamás estáticas sino dinámicas, no son jamás fijas, ancladas, cristalizadas o fosilizadas, sino flexibles, elásticas, veloces y escurridizas. Entendemos que tanto el positivismo como el negativismo, por muy científico que sea y por muy matemáticamente exacto que sea, en lo subjetivo está siempre fuera de la realidad introspectiva, y por lo tanto, es un sistema de ideación que en esa esfera subjetiva obedece a un punto de vista equivocado. Para nosotros tanto el positivismo como el negativismo, repetimos, es siempre una ideación predeterminada o prefijada, que proviene de un centro mental, el cual se identifica en lo introspectivo con el egoísmo psicológico de autosuficiencia, es decir, se identifica con un estado de egoísmo psicológico, que siempre está contaminado por un sentido de vanidad, autoengreímiento, pedantería o petulancia. Reiteramos que el estado de egoísmo psicológico que se identifica con la autosuficiencia aristotélica en lo introspectivo es siempre sinónimo de orgullo personal, porque el egoísmo psicológico es la expresión del yo psicológico de la personalidad, que en forma egocéntrica y egomórfica, es decir en forma confundida y contradictoria como centro mental autocreado y falso pretende reemplazar a la verdadera inteligencia humana. Para nosotros no es el yo psicológico sino la nteligencia que le permite al ser humano comprender, o mejor dicho, percibir rectamente el cotidiano movimiento biológico de la vida. Por consiguiente, afirmamos que toda idea, opinión, conclusión o convicción que proviene de una ideación premeditada, engendrada por el “yo” psicológico de la personalidad está equivocada. Pero tampoco compartimos con los criterios y puntos de vista de los distintos tipos de misticismos religiosos o espirituales, filosóficos o intelectuales, políticos o ideológicos, por muy profundos, sutiles o intrincados que sean, porque también persiguen fantasías, ideales o utopías, que admiten y cultivan un mecanismo de ideación premeditada dirigido por el yo psicológico, que es falso. Por consiguiente, son creencias introspectivas que están fuera de la realidad. Y exactamente lo mismo sucede con los criterios y los puntos de vista de los teólogos de las distintas religiones y de los filósofos de los distintos sistemas escolásticos o empíricos, quienes también con respecto al “yo” de la personalidad siguen las normas rutinarias de una ideación condicionada, confinada,comprometida o contaminada, ideación que en materia de vida es siempre enfocada desde un determinado ángulo, que bajo ningún concepto puede dejar de ser parcial o unilateral, egoísta y tendencioso. Todo enfoque de la vida que esté encuadrado dentro del marco de una ideación condicionada y condicio- nante, que responda a reflejos adquiridos por acumulación de datos e informaciones procedentes de experiencias o investigaciones teóricas o prácticas, ya sean éstas propias o ajenas, es ineludiblemente no solo un sistema prefabricado, sino también una ideación anclada en prejuicios,presunciones o preconceptos, contaminada por supersticiones y supercherías, por sugestiones y alucinaciones,por impresiones y especulaciones, por contradicciones y aberraciones. Este sistema de pensar limitado y temporal debe estar forzosamente fuera de la realidad introspectiva y por lo tanto, debe incurrir en un error psicológico, el cual de por sí no permite comprender rectamente el cotidiano movimiento de la vida, ni tampoco permite comprender rectamente sus imponderables valores atemporales, que configuran la fruición de la verdadera inteligencia. Nosotros los consideramos a todos ellos fundamentalmente equivocados, porque pretenden percibir la realidad atemporal, es decir, porque pretenden interpretar racionalmente la realidad de la vida, empleando el “yo” de la personalidad como centro mental. Aquí se afirma que con el “yo” de la personalidad como centro mental no es posible percibir rectamente la realidad introspectiva de la vida, sino en forma distorsionada y falseada, ya que la comprensión de la vida no admite ningún centro mental, aun cuando dicho centro mental esté elevado a una altura astronométrica, o aun cuando esté colocado en el mismo centro del Universo. Esto lo decimos después de haber comprobado una y otra vez que el “yo” y la inteligencia son dos cosas bien distintas. Por supuesto, el ser humano tiene un yo normal como centro mental, el cual le sirve para comprender su mundo exterior u objetivo, pero resulta que también se ha fabricado él mismo un yo psicológico como centro mental introspectivo en la creencia de que así podría comprender mejor su mundo interior o subjetivo. Este segundo “yo”, es decir, el yo psicológico, es un “yo” autofabricado por el ser humano para extender el dominio de su centro mental hacia la comprensión de su mundo interior, mundo éste que está constituido por toda su vida introspectiva. Es precisamente esta vida introspectiva que nosotros llamamos con el nombre de involución y que configura un movimiento parecido al movimiento de la evolución, con la diferencia que la evolución está en el tiempo, es temporal, en tanto que la involución está fuera del tiempo, es atemporal. Pero volviendo al yo psicológico, este yo no nos sirve para comprender nuestro mundo interior sin subter- fugios y autoengaños, porque nuestro mundo interior, que reiteramos es la misma vida, no se percibe rectamente con el yo psicológico, sino que sólo se comprende a la luz de la verdadera inteligencia. La inteligencia para nosotros no es lo mismo que la capacidad, habilidad o eficiencia, no es sinónimo de ingenio, genio o talento, sino que es la única facultad mental, natural e integral en virtud de la cual el individuo con mente clara y libre puede comprender rectamente la vida, porque la inteligencia es parte integrante de la misma vida, en tanto que el yo psicológico no lo es. El yo psicológico comete siempre el error de encarar la vida con un criterio egoísta y con una tendencia separativista, que son dos medios que por el solo hecho de estar fuera de la vida, no pueden llegar a comprender la vida más que en forma distorsionada y falsa. Debemos insistir en aclarar que inteligencia no es lo que comúnmente se entiende con dicho término, porque no es un estado de superioridad mental que permite una mejor captación, intuición o percepción, no es un mejor raciocinio, razonamiento, análisis, discernimiento,lógica, memoria, deducción o reflexión, sino que es una diversificación de la energía cósmica, que nuestro cerebro inegoísticamente capta para comprender el movimiento biológico de la vida. Esta inteligencia cuando es percibida y vivenciada, no en forma separada, parcial o unilateral, sino en forma anónima e integral por la cerebración unitotal de nuestro intelecto totalizado, recién entonces hace surgir en nosotros un estado mental de alerta percepción para comprender rectamente las constantes vicisitudes introspectivas,que cotidianamente nos lanza el movimiento biológico de la vida como demandas y estímulos, presiones,compresiones y coerciones, imperativos y urgencias,retos y desafíos, incidentes y accidentes, vicisitudes éstas que jamás podrían ser idénticamente iguales entre sí,porque son siempre nuevas y diferentes. El yo psicológico, al igual que el yo normal que lo ha creado, es también esencialmente egoísta y separativo,no importa la altura en que su conveniencia estécolocada. Y por muy elevado que sea su interés, el yo psicológico no puede jamás comprender rectamente el movimiento de la vida. La inteligencia, en cambio, puede comprender rectamente las vicisitudes en el movimiento de la vida, porque no es egoísta ni separativista como lo es el yo psicológico, y por eso, repetimos, no conoce cálculo, medida,reserva ni límite, no busca dimensión, motivación,objetivación ni causación, como siempre lo hace el yo psicológico. La inteligencia también es unitotal, imponderable, implícita, inconmensurable, inmanente, anónima y atemporal, tal como lo es la misma vida, mientras que el yo psicológico no puede vivenciar la unitotalidad, la imponderabilidad, porque es un centro mental vanidoso, pedante o petulante, desnaturalizado, artificial y discriminativo. Además el yo psicológico, exactamente lo mismo que el yo normal, es siempre temporal, porque está encerrado en los límites del tiempo y del espacio. No se debe confundir el yo normal con el yo psicológico, ya que el primero es util y necesario en lo extrospectivo, en nuestro mundo exterior, en tanto que el segundo en lo introspectivo, en nuestro mundo interior,no sólo es superfluo, sino también contradictorio y contraproducente. Aquí se sostiene que el yo psicológico peca siempre de autosuficiencia y autodominio, y que la autosuficiencia y el autodominio en materia de vida son siempre sinónimos de vanidad, orgullo, pedantería, petulancia o autoengreimiento. Nosotros afirmamos que con una facultad mental vanidosa, orgullosa, pedante, petulante o autoengreída, es decir, con una facultad mental que no conoce la verdadera humildad, sencillez y sensibilidad del corazón, no se puede percibir rectamente la vida, porque el yo psicológico que representa ese centro mental egocéntrico y antropocéntrico, egomórfico y antropomórfico, no puede rectificar sus propios errores introspectivos, ni puede darse cuenta de sus propias contradicciones introspectivas,que inevitablemente no pueden dejar de convertirse en aberraciones mentales en la esfera subjetiva del pensamiento. El yo de la personalidad es, entonces, el yo psicológico que comúnmente llamamos con el nombre de ego. El ego como yo psicológico pretende ser toda la mente humana, es decir, tiene la pretensión de ser el entero cerebro del hombre, pero en realidad no lo es. La mente o el cerebro del hombre en su totalidad se compone de un conjunto de órganos, mediante los cuales el individuo integrado puede hacer surgir en sí mismo la comprensión de todo lo que hace al movimiento biológico de la vida, como por ejemplo, la comprensión de los sentimientos, de las emociones y de las inquietudes, del equilibrio y de la armonía, y sobre todo puede hacer surgir la sensibilidad de cada uno de los órganos, que con sus respectivas funciones constituyen en su conjunto y en su totalidad el organismo humano. Por consiguiente, el ego, que es nuestro yo psicológico, sólo es un centro mental rector de una parte del pensamiento subjetivo, vale decir, que es una facultad mental que sólo se presta para ser utilizado por el ser humano para entender la vida en forma egoísta, parcial o unilateral. Esta facultad mental que, repetimos, es siempre egoísta, parcial o unilateral, es una facultad que en lo introspectivo no es natural sino artificial, porque es autocreada por el yo normal. Es una facultad que uno llega a considerar como natural debido a que está sometida a la ley de la herencia. Pero la ley de la herencia no sólo transmite lo bueno y lo natural, lo verdadero y lo justo, sino también lo malo y lo antinatural, y si suponemos que el yo psicológico es justo, verídico y ecuánime, porque nos es transmitido por la herencia en forma natural, verdadera y justa, y creemos que por lo tanto, es el único centro mental que debe dirigirnos y orientarnos en la vida, no nos damos cuenta de que estamos equivocados y que mediante el yo psicológico no podremos jamás percatarnos de nuestros errores introspectivos, de nuestras contradicciones y aberraciones introspectivas. La verdad es que hoy lamentablemente nos encontramos ante la realidad de un hecho innegable e incontrovertible, que nos demuestra que la comprensión del yo, no en nuestro mundo exterior sino en nuestro mundo interior, se está convirtiendo cada vez más en un serio problema biológico y psicológico. El yo psicológico constituye así un verdadero interrogante, que impide la propia comprensión de cada uno de nosotros en el mundo en que vivimos, dado que la vida del hombre civilizado se hace siempre más compleja y contradictoria, debido no a la experiencia sino debido a la vivencia actual dentro de un círculo vicioso de errores, contradicciones y aberraciones que en forma creciente y alarmante en nuestra vida interior nos desorientan y nos confunden a todos, por muy cultos, doctos,eruditos o sabios que seamos, cuando nos dejamos orientar y dirigir por el yo psicológico de la personalidad en nuestro mundo subjetivo. El hombre civilizado está hoy rodeado por un ambiente artificial y desnaturalizado que le obliga a vivir dentro de este círculo vicioso, del cual le resulta ya muy difícil salir. Por lo tanto, el error en que vive el hombre moderno consiste en que a medida que se va civilizando, también se aleja de la naturaleza y por consiguiente, no puede dejar de degenerar corporal y mentalmente, física y psíquicamente. La civilización no sólo es educación, informa- ción, ilustración, cultura y erudición, no sólo es arte, filosofía, religión, ciencia y progreso, sino también artificialidad, desnaturalización y adulteración, confusión, mediocridad e inmadurez mental para lo que concierne no a nuestro mundo exterior, sino a nuestro mundo interior que es nuestra vida, porque la civilización es impulsada no sólo por nuestro yo normal, sino también por nuestro yo psicológico, que consciente o inconscientemente siempre obedece a los dictámenes del egoísmo psicológico y de la separatividad psicológica en la esfera subjetiva del pensamiento. El egoísmo psicológico y la separatividad psicológica son medios que le hacen creer al hombre civilizado que él es el centro y la medida de todo lo que lo rodea y que, en consecuencia, está separado de la naturaleza, de sus leyes biológicas e incluso de la evolución natural. Así el criterio egoísta y la tendencia separativa le impiden al hombre civilizado comprenderse a sí mismo y comprender la naturaleza, que es un movimiento de metamorfosis, o sea un movimiento biológico en continua transformación y mutación. La diferencia entre transformación y mutación es que la primera, la transmutación, es gradual, paulatina y temporal, en tanto que la segunda, la mutación, es brusca, inmediata y atemporal. La incomprensión de la naturaleza genera en la mente humana el error biológico y psicológico que configura la verdadera causa de la confusión interior, en que actualmente vive o mejor dicho vegeta toda la humanidad civilizada.
 
 
   
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